Redacción generalista para Análisis de Estados Financieros, sobre el Sistema Económico, su papel en el funcionamiento de los mercados y el uso de la información por parte de los agentes
Creo que lo primero que hay
que recordar es la clara diferencia entre el sector real de la economía y el
sector financiero. Sin esta distinción sería muy difícil definir qué papel
juega cada agente de la economía y como está este mismo interrelacionado con
los otros.
De un lado tenemos a las
empresas, entre las que podríamos distinguir (en nuestro caso) las del sector
financiero y el resto, de otro tenemos a los hogares, y por en medio, jugando
un papel con una relevancia variable según momento histórico y región, tenemos
a los estados.
Bien, en el mundo moderno creo
que es patente la necesidad de tener instituciones financieras, el problema
está cuando estas actúan de forma aislada en su propio campo y con total
libertad, al margen de la realidad, en la que se apoyan al fin y al cabo.
Respecto a lo que acabo de comentar, debo decir que el síntoma de que el sector
financiero no va por buen camino, es que pese a las tormentas provocadas por
casos como el de Enron o Lehman Brothers, la contabilidad sigue admitiendo
grandes jugadas poco nítidas y nada justas, y los mercados de derivados
financieros y de deuda siguen creciendo y apalancándose a unos niveles sin
igual. Da igual que hubiera un problemón enorme con los CDOs, porque poco
después de la crisis se reanudó la “producción” de valores similares. Y ese es
uno de los problemas del sector financiero: la falta de información por parte
de los hogares, e incluso de los estados en muchas ocasiones, es aprovechada
por parte de grandes firmas financieras para lucrarse, pero estas a su vez,
multitud de veces no son conscientes de la información que tienen delante,
actúan cegadas por el ánimo de lucro y no se paran a pensar en las
implicaciones que pueden tener sus acciones a largo plazo, pudiendo afectar
gravemente al sector público, lo que en una economía globalizada como la
actual, puede crear problemas a muchos países y sus gentes. Esto último también
implica que, si el sector público de un país importante o grupo de países se ve
afectado gravemente, esto tendrá un impacto negativo también en el sector
financiero que habrá sido, a su vez, culpable de esa propia situación. Por no
hablar de las peligrosas reacciones en cadena que se pueden dar en situaciones
así, producto entre otras razones, de la cada vez más alta interconexión entre
entidades financieras.
Hay, según mi opinión, dos
tipos de información proveniente del mundo de las finanzas: la que fluye
fácilmente hasta su “consumo” por parte de todos los agentes económicos, y la
que únicamente fluye entre aquellas compañías que pertenecen a la cúpula del
mundo financiero, la cual no es observada y analizada todas las veces que debería
serlo por parte de instituciones mediadoras.
Dicho todo esto, la
información “interfinanciera” es clave, pues realmente no importa tanto el
tamaño (nivel de deuda, capitalización, activos, etc) de una empresa importante
del sector, pues creo que ya hemos visto como se cumplían varios “Too big to
fail”, sino como de interconexionada está esta con otras de similar tamaño y
relevancia. Es por ello que se debe tender a romper las barreras que hay entre
la parte más profunda del sistema financiero y la superficie que deriva
directamente del sector real de la economía, y la forma de hacerlo en la
mayoría de casos es accediendo y usando la información implícitamente existente
en las transacciones de los mercados financieros. Pero para esto, los estados
deben regular y mirar con lupa, que no controlar, el océano financiero que
tenemos bajo nuestros pies. Es importante resaltar que una mayor regulación no
debería implicar un mayor control, pues este provocaría a su vez y de forma
proporcional un aumento de la opacidad y de las “jugadas difusas” por parte de
los mercados financieros y de sus grandes jugadores.
Aunque hay una clara tendencia
a la transparencia en cuanto respecta a este submundo, el esfuerzo de los
estados e instituciones reguladoras deja que desear en cuanto a la eficacia y
rapidez de aplicación de muchas de las medidas que existen en la actualidad, y
esto queda empequeñecido al lado de la falta de leyes (o mejores versiones de
las ya existentes) que rellenen todos aquellos vacíos legales que dan pie a
situaciones y acciones de dudosa ética pero perfecta legalidad.
El flujo activo de información
por parte de los hogares hacia el sector financiero es prácticamente nulo (al
igual que su inversa), y su papel en el sistema acaba siendo puramente pasivo
sirviendo de base (hipotecas, préstamos, incautos que juegan en bolsa, etc)
sobre la que comenzar a crear mecanismos financieros (necesarios e inocuos en
teoría, pero sobreexplotados y convertidos a menudo en malas prácticas en la
realidad).
Cabe señalar que muchas veces
los estados y sus bancos centrales acaban focalizándose en obtener financiación
(compra de deuda) por parte de dichas instituciones privadas y obtener un
mínimo de impuestos de estas, y mientras esto funcione más o menos bien no
dedican mayores esfuerzos en analizar y regular más este sector. Los esfuerzos
de grandes organizaciones como la AEMV, ABE, NIIF, etc, son a menudo vagos y
poco claros, y solo reaccionan con cierta firmeza cuando ocurren estallidos
como la crisis financiera de 2007-2008. Dicho esto, tampoco se puede volcar
toda la culpa sobre las instituciones reguladoras, pues el problema a atajar es
de proporciones considerables y límites muy difíciles de determinar. Dada la
globalización, el exponencial desarrollo de la humanidad, en todos los
sentidos, y la elevada población mundial, los mercados financieros tienen más
vida propia que nunca y son una contrapartida necesaria al resto de la
economía. Quizá lo que más habría que analizar fuera la forma desligada en la
que actúa este sector respecto del sector real, pero las enormes implicaciones
que tiene en este último, así como la forma en la que nos afectan cuando se dan
fallos.
Solo podemos explicar con
brevedad, concisión y claridad ciertas partes, aisladas y específicas del
sistema, lo que nos lleva a decir que lo que ha quedado claro es que no hay una
sola manera correcta de explicar el funcionamiento del sistema financiero
(incluidos los mercados) y el porqué del comportamiento de cada uno de sus
agentes.
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